El hombre es el mismo en todas las épocas, los hombres son buenos solo de una manera y malos de muchas, no se puede obligar a un hombre a mirar por en medio de las cosas, a proclamar su sensatez o su insensatez.
El periodista sabe cuando mienta, aunque se empecine en ocultarlo. La prensa es hoy un ejército con especialidades cuidadosamente organizadas; los periodistas son los oficiales y los lectores son los soldados, como Goebbels mencionaba en su discurso. Cada cual pensara lo que le hagan pensar, y lo sentirá como su libertad.
Sin embargo el hecho de que una persona tenga como requisitos morales la virtud, el seguimiento de la ley y el respeto a la palabra dada depende de sus intereses personales, y por lo tanto, de sus circunstancias sociales, la moralidad se siente más que se juzga.
La ética periodística se le empieza a ver más como un recurso ornamental que destaca la imagen de independencia, crítica y responsabilidad de un medio, que como un real mecanismo para profesionalizar y dignificar la tarea informativa.
El derecho a la información es sobre todo del lector, no del periodista. Si se encuentran trabas, se superan si estas añaden información, se cuentan; si no es así, se aguantan. Las columnas del periódico no están para que el redactor desahogue sus humores, por justificados que sean.
La prensa se rige, más que por una posible ética por una apresurada agenda irrefutable de ritos y costumbres, prejuicios y tabúes, autocensura y auto….matismo, pues hay imposiciones rebatibles que no merecen ninguna discusión en la práctica.
Me parece interesante que Omar Raúl Martínez señala cinco razones por las cuales se incurre en conductas alejadas de toda integridad, responsabilidad y profesionalismo.
1.- La corrupción
2.- conflictos de interés
3.- La espectacularización
4.- La falta de acceso real a la información de órganos del estado
5. La incompetencia o ausencia de profesionalismo de los periodistas.
Para que los periodistas posean una ética no bastan una ley ni una regulación ni un canon irrefutable. Con promover un código bastaría y para eso uno diferente en cada sociedad periodística
Ética es hacer lo correcto aun en contra de nuestra oposición. Lo único cierto es que la ética no se enseña, acaso se teoriza.
Baltasar Gracian decía algunos hombres son buenos para ser mandados, porque todo lo cumplen con exquisita diligencia, pero no valen para mandar porque piensan mal y eligen peor y siempre tropiezan en desaciertos. Quien no tiene ojos para ver, menos los tendrá para verse.
Son las desgracias, justamente las que remueven a la prensa, desde sus orígenes la prensa ha resaltado los crímenes y las actitudes violentas porque los editores han sabido que el vandalismo tiene un publico cautivo.
Los editores para destacar los sucesos sangrientos, incluso utilizaban otro papel en sus publicaciones: el amarillo y se les identifica también por su escritura: exagerada, excesiva, descuidad y con un salpicado chusco de charlatanería. Sus calificativos suenan normales en un mundo de antemano pervertido y escatológico.
Después aparece la denuncia y junto a esta aparece el segundo ingrediente fundamental del periodismo: la sinceridad. El periodismo no seria lo que es: papeles que atestiguan, con honda sinceridad e irrenunciable protagonismo denunciatorio el paso del hombre por el mundo.
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